DEL
AÑO MIL NOVECIENTOS
SESENTA
Y UNO,
ALLÁ
EN GARABANDAL
SE
APARECIÓ A CUATRO NIÑAS,
LA
MADRE DE MI SEÑOR.
ACOMPAÑADA
POR DOS ÁNGELES
EN
UNA LUZ BRILLANTE,
LA
VIRGEN SE APARECIÓ,
MUY
BELLA Y SONRIENTE,
TRAYENDO
EN SUS BRAZOS,
AL
DIVINO NIÑO DIOS.
MUY
ATENTA ESCUCHABA,
A
LAS NIÑAS, LA MADRE DE DIOS,
QUE
CON CANDOR LE CONTABAN
TODO
LO QUE EN EL PUEBLO HACÍAN,
LOS
QUEHACERES EN EL CAMPO,
Y
HASTA QUE LAS QUEMABA EL SOL.
REZABAN
EL SANTO ROSARIO,
JUNTO
A LA MADRE DE DIOS,
ELLA
LO RECITABA
PARA
QUE LO APRENDAN A DECIR MEJOR,
MIENTRAS LAS NIÑAS OBSERVABAN
SU
BELLEZA Y LA DEL SEÑOR.
CONCHITA
ESCRIBIÓ EN SU DIARIO,
TENÍA
VESTIDO BLANCO, MANTO AZUL,
Y
UNA CORONA CON ESTRELLAS.
SU BELLEZA ES INIGUALABLE:
NO
HAY MUJER IGUAL,
QUE
SE PAREZCA A ELLA.
AL
TERMINAR EL ROSARIO,
LA
MADRE LES DIJO ADIÓS,
Y
LAS NIÑAS LE PEDÍAN:
NO
TE VAIGAS POR FAVOR,
QUÉDATE AQUÍ CON NOSOTRAS
QUE
HAS ESTADO POQUITO.
LES DIJO
QUE VOLVERÍA,
A
VISITARLAS OTRA VEZ.
CUANDO
LA VIRGEN SE MARCHÓ,
CON
EL NIÑO JESÚS EN LOS BRAZOS
Y LOS
ÁNGELES DE DIOS,
¡QUE
TRISTEZA QUE NOS DIÓ!
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